El cuaderno es un espacio de pruebas, un universo abigarrado, un ámbito íntimo en el que uno no hace las cosas para mostrarlas (aunque luego las muestre) sino para entenderlas.
El cuaderno es un terreno bien abonado para el art brut.
El cuaderno es un pequeño laboratorio de demencias, de sensibilidades desprovistas de intención y de intenciones desprovistas de protocolo.
Aquí mostramos algunas páginas de los cuadernos de uno de nuestros favoritos: Wölfli.
Adolf Wölfli fue un demente. Permaneció aislado, internado en un centro, gran parte de su vida. Era un peligro, un degenerado.
No había dibujado en su vida, y desde que lo encerraron no hizo otra cosa. Llenaba todos los papeles que caían en sus manos con infinidad de trazos ordenados, rítmicos, fabulosos… Empezó a dibujar música. Inventó su propia forma de representarla y escribió papeles y papeles, cuadernos y cuadernos, con la explicación ininteligible de cómo debía ser interpretada esta música.
Él mismo la interpretaba. Utilizaba como instrumento la propia partitura, enrollándola en forma de trompetilla y poniéndosela en la boca.
Sus dibujos son maravillosos. Un estudio detallado de un mundo interior completamente aparte.
Wölfli fue un demente. Un completo inadaptado con las peores consecuencias que esto puede tener. Un hombre cuyo universo se encontraba trágicamente con la realidad en total incomprensión y reacción violenta. Necesitó ser aislado, separado de esta realidad, de este entorno externo y hostil, con un cuaderno tras otro, para poder quedarse a solas con su mundo e irse desprendiendo de él, cuaderno a cuaderno.
El art brut no necesita dementes, aunque se nutre de demencias, sino cuadernos.
Gema Hernández
Gema Hernández
estupendo rescate ... queremos más.......
ResponderEliminargracias por compartir
saludo cordial
mauricio
http://www.treseditores.com
Muy buen blog!
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