Hans Sylvester fotografió a las tribus que se asientan alrededor del río Omo. Un valle situado entre las fronteras de Etiopía, Sudán y Kenia.
Trabajan sobre sus cuerpos como si fuesen una prolongación más de la tierra, del aire, del fuego, del mundo que les rodea. La piel como un campo de juego, de experimentación. Una pizarra donde escriben sobre su relación con los demás, su posición personal o su estado anímico. Suelen cambiar su atuendo dos y tres veces al día siguiendo el movimiento natural de los sucesos. Pueden llegar a infringirse escarificaciones y mutilaciones como gestos de fortaleza, de valentía y de elegancia.
El cuerpo pasa a ser máscara, que no esconde sino que muestra, elemento mimético, arma de seducción, abrazo que abarca el exterior y el interior.
Me gustaría mostrar algunas de sus fotografías por dos motivos: por el simple placer de compartirlo y volverlo a ver, y porque creo que dichas manifestaciones acercan el art outsider a los límites más extremos y vitales. Aunque hablar de art outsider viendo esto, alejado de la conceptualización que nosotros imponemos a las cosas, y que por supuesto ellos desconocen y no necesitan, carece de sentido.
Quizá solo haya que dejarse seducir.
Mar Lozano
(pintando a marlo)
(pintando a marlo)
Adjunto un interesante artículo publicado por Rafael Pola para El mundo: Viaje a la tierra de las tribus olvidadas